Chicago y la torre Sears: no somos nada

La torre Sears en Chicago es uno de los grandes colosos construidos por el hombre. Un imponente edificio de 442 metros que durante dos décadas fue el rascacielos más alto del mundo. Hoy ocupa el cuarto lugar.

Pero ¿en qué queda todo eso si levantamos un poco el vuelo? Glenn Harper nos ayuda a ver nuestra obra en su justa e insignificante dimensión. Para ello, es suficiente con alejarse unos metros de este caldo primigenio de la vanidad: la Tierra.

En la siguiente panorámica, tomada por Harper el 19 de mayo de 2005, la torre Sears, la primera por la izquierda, es apenas un dedo náufrago en el inmenso océano de nubes:

Comentarios

  1. Anónimo3:06 p. m.

    Hermosísima foto... Como de costumbre, tu blog es una ventana abierta a la sorpresa, la novedad, el descubrimiento, la otra mirada... Pero no sé si es insignificante esa mole de edificio... ¿Cuántas obras humanas alcanzan a tocar las nubes, el cielo?
    Joan Rovira

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  2. Da gusto encontrarse con un comentario así Joan: ¡Muchas gracias!

    Respecto a la torre, desde luego, ese es otro punto de vista. No serán muchas las obras que toquen en cielo, la verdad. Visto así, es una obra impresionante. Recuerda aquella imagen bíblica ¿verdad? En estos últimos cien años, al igual que en Babel, hemos llegado a tocar el cielo en más de un sentido. Y también como en Babel, nos ha sobrevenido la confusión de las lenguas...

    ¡Un saludo!

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