He puesto a un lado de la balanza la inmensa conmoción que a buen seguro va a producir en la blogocosa estos cuatro días sin las inefables, ingeniosas, esclarecedoras, y siempre didácticas entradas del Ventanuco. Al otro, mi natural inclinación a la holganza, el solaz, y la vida contemplativa. Gana la holganza por goleada, que queréis que os diga. Resumiendo, el que suscribe se pira a una ignota región de los montes de Guadalajara a hartarse de chistorras, campo, cervecita, y buenas siestas. Durante estos cuatro días no me asomaré por aquí, ni contestaré a los comentarios, ni Cristo que lo fundó. He dicho. Todo lo más, y si me acuerdo, que no es seguro, mandaré alguna reflexión profunda, anécdota, o chascarrillo vía móvil. Eso contando con que tenga cobertura claro. Lo que no sé es cómo quedarán publicadas porque nunca he posteado desde el móvil, pero ya arreglaría a la vuelta los desaguisados. Si no, el lunes seguimos con las gilipolleces habituales... ¡Buen puente, amigos!