Había una vez un reino feliz y dichoso en el que tras siglos de guerras y disparates, todos los súbditos habían aprendido a vivir en paz. Un sol radiante salía cada día iluminando los campos, los montes, y los valles. Las gentes departían sin temor, no importa cuál fuera su opinión, ni sobre qué. Pero sucedió que cierto día, un par de nubarrones perversos e intrigantes, se fueron a colocar delante del sol. Con el tiempo, los habitantes del reino fueron perdiendo su alegría, y rodeados de frío y oscuridad, empezaron a temer que los días del reino tocaban a su fin. Sobrecogidos, acudieron a los templos en busca de respuestas. Pero cuál no sería su estupor al descubrir que lejos de espantarlos, los sacerdotes del lugar rendían pleitesía a Nubarrín y Nubarrón. Desconcertados, fueron escondiéndose en sus casas, y el temor y el recelo comenzaron a extenderse entre los unos y los otros. Al mismo tiempo, un sentimiento creciente de indignación fue cundiendo entre las gentes, que a pesar del ef...